martes, 5 de marzo de 2019

Brevet 200 Km. Jadraque GDC Pueblo Nuevo

Entre unas cosas y otras, sobre todo temas laborales, llevo sin salir de continuo con la bicicleta desde las Brevets del año 2017. El año pasado me inscribí, sin haber entrenado nada y con cero kilómetros en las piernas, en esta misma que cuento hoy y, que además, fue la primera que hice en 2017. Recorrí 35 Km. de ida y agonicé otro tanto de vuelta.

El caso es que, salvo una salida de 80 Km. hace un par de semanas, no había salido con la bici para preparar este 200. Eso sí, llevo desde noviembre haciendo rodillo y trabajo de gimnasio, con lo cual yo pensaba que sería suficiente.

Un apunte antes de continuar: a estas cosas se va preparado y se sufre o no vas preparado (como yo) y se sufre como una perra. En ambas no sabes si vas a conseguir terminar. Tú eliges.

El día anterior preparé lo necesario. La ropa me creó muchas dudas. La vez anterior había ido con culotte corto y chaquetilla y chaleco en la parte de arriba. Pero también fue entrado en marzo. Al final decidí ir de largo abajo y arriba camiseta térmica, maillot corto, chaleco y eché la chaqueta al maletero "por si acaso". Además del gorrito para debajo del casco y los cubrezapatillas.  Me quedé con la duda de si no habría sido mejor ir de corto abajo, con perneras para quitarlas, y arriba igual la vez anterior, con manguitos. Al final salí con todo puesto y pasé por una amplia variedad de temperaturas en la ruta: frío, calor y más frío para finalizar. No me faltó ropa y me sobró en algún punto.

El futuro, 200 Kilómetros después de comenzar. Con una bici barata.

El evento comenzó a las ocho de la mañana en Algete. Con frío pero prometía hacer un día soleado. Nada más llegar me encontré con los compañeros del Pakefte, saludando a Agus, Antonio, Jaime y Sebas (en estricto orden alfabético y sin preferencias). Cuando salí de recoger el carné para sellar en los puntos de control me estaban esperando todos menos Sebas, que ya había salido con otros compañeros.

La asistencia creo que era la más alta en mi poca experiencia. Más adelante me comentaron que, según los organizadores, unos 240 ciclistas se habían inscrito. Si a esto sumas a los piratas que se suman sin pagar la cuota de inscripción (ni que ocho euros fuese demasiado para gente que lleva unos cientos largos en equipación)  se puede hacer uno a la idea de la gente que había en la salida. De hecho tuvieron que ir haciendo cortes en pequeños grupos para no salir todos a la vez a la carretera. Con todo esto salimos los cuatro del escuadrón suicida a eso de las 08:15.

No voy a comentar la ruta paso a paso, ya que sería reescribir lo mismo que en mi primera Brevet de 2017, aunque hay diferencias muy notables en cuanto a mi forma de afrontarlo. Si aquella vez salí en modo supervivencia y en solitario, aunque con la confianza de los kilómetros acumulados en los meses anteriores y un par de salidas de 150 kilómetros, esta vez salía en grupo y con la incógnita de si iba con suficiente forma adquirida en el gimnasio.

Para poder entender un poco mejor las diferentes situaciones, podría dividir la ruta en tres partes muy diferenciadas:

La primera es la que rodé en grupo, o algo parecido, hasta Jadraque. 82 kilómetros aproximadamente que empezaron al trantran y que acabaron llegando al control hecho un auténtico asco. En este tramo Antonio, Jaime y Agus tuvieron una infinita paciencia, esperándome para rodar juntos y ayudándome más de lo que se puede pedir. Un par de veces que se fueron y pararon más adelante a cambiar ropa y esperar, yo no me detuve para minimizar el tiempo perdido lo máximo posible, aunque al poco me alcanzaban. Aunque no era capaz de seguirles, el esfuerzo que realicé para intentar ir a su ritmo (la culpa real es de mi falta de rodaje), me pasó una factura muy costosa.

En Jadraque parada a sellar la Brevet y pincho de tortilla con un café con leche junto a Agus. Jaime y Antonio se habían ido al bar del pavo que no tenía sello para sellar, en un alarde pakeftiano.

Además de por la hora, ya noté que íbamos muy lento. En comparación con el 2017, el bar ya estaba vacío y no había una montonera de bicicletas en la puerta.

Aquí empezó la segunda parte del recorrido.

Cuando acabamos la parada, iniciamos la subida al castillo. Yo la recordaba muy bien de la primera vez y tenía claro nada más dar la primera pedalada que no iba ni a intentar, muy a mi pesar, ir con el grupo. En parte egoístamente, para poder ponerme en modo supervivencia e intentar llegar al final y en parte para descargarme del estrés de hacer a los demás ir a un ritmo lento y con falta de constancia. En ningún momento me planteé retirarme buscando una salida hacia el tren. Aunque sí me rondaba la cabeza que tuviesen que venir a "rescatarme" a saber cuándo y dónde.

Ya me sobraba toda la ropa. Me quité la chaqueta y la metí, como pude, en la bolsa del manillar. Lo que había dentro de la bolsa lo repartí entre los bolsillos del chaleco. También me quité el gorrito y cambié los guantes gruesos por unos más finos. Así, en maillot corto pero con la camiseta térmica asomando por las mangas, hice la mayor parte de lo que quedaba.

Me apreté un gel y me lié a pedalear cuesta arriba con todo metido. Curiosamente, aquí es cuando empecé a recuperar, subiendo. Cuando llegué a Miralrío, lugar en el que me pasé el desvío y me hice cinco kilómetros de regalo la vez anterior, ya me notaba con las piernas más relajadas (o menos agarrotadas) y, anímicamente, mucho mejor.

Si un pueblo se llama Miralrío y está arriba, y bajas hasta el río luego te toca subir. Y la subida que hay se hace larga. Justo antes de comenzar la subida, paré a comer algo y a estirar un poco. Me puse música en un móvil viejo que llevo de backup, un concierto de los Scorpions, que me animó en ese tramo pesado de subida. Poco a poco.

De ahí, pasando por un tramo recto y pesado que, menos mal, en esta ocasión no soplaba el viento, llegué a Brihuega. Siguiente control. Coca Cola (ya ni recuerdo si zero o normal) comí algo de lo que llevaba y estuve hablando un ratillo con dos ciclistas que iban en reclinadas y que perdí de vista al poco de salir del control. A seguir de camino al siguiente control en Humanes.

Este tramo no es nada del otro mundo. Se rueda rápido y se baja más rápido. Al pasar por Torre del Burgo, lugar al que llegas de bajada y vas muy fuerte, tuve que frenar prácticamente a cero ya que los dos de las reclinadas iban por medio de la calzada mirando el paisaje y cruzándose de un lado a otro. La verdad es que me fastidió un poco bastante.

Al llegar al control en Humanes me encontré con la persona que conducía el coche de asistencia del GDC Pueblo Nuevo. Estuve un rato hablando con él (siento no saber/acordarme de su nombre, pero me pasa con frecuencia). Me dijo que por detrás iban pocos, pero que pensaba que se iban a retirar o se habían retirado ya. Así que, prácticamente, yo iba cerrando el "pelotón".

Sellado. Coca Cola y a seguir dando pedales. Volví a ponerme música, esta vez opté por Iron Maiden. Quedaba la peor parte, según mis recuerdos: Málaga del Fresno.

En esta población hice una parada para poner las luces, delantera y trasera, ya que iba poniéndose el Sol. Empecé a hacer cálculos horarios y me daban que llegaba con un poco de tiempo de sobra, sobre las 21:00. Seguí a ritmo de supervivencia.

Estos tramos de subidas y bajadas no se me hicieron tan pesados como la primera vez. Incluso diría que se me hicieron más cortos aunque los tiempos digan lo contrario.

El sobreesfuerzo de la primera parte del recorrido lo acusaba mucho en las subidas. Si bien llaneando podía mantener un ritmo relativamente ligero, en las subidas tenía que ir con todo metido. Y todo es más que en la vez anterior que hice la Brevet, ya que le instalé un piñón más grande a la bicicleta posteriormente.

Al superar esta zona y llegar a Fuentelahiguera hay una bajada muy rápida, de poco más de un kilómetro, antes de la subida a Viñuelas, en la que me quedé helado.

Tercera parte y final.

Al legar a esta población, en el que la ruta ya es coincidente con el tramo de ida, paré a ponerme toda la ropa que tenía. Ya era de noche cerrada y me dispuse a rodar lo más rápido posible, dentro de mis limitaciones y mi estado. Los cálculos me seguían dando que llegaba en tiempo, con un margen de una media hora incluso parando brevemente en algún punto. Ya lo veía casi hecho a falta de poco más de 30 kilómetros para finalizar. Pero 30 kilómetros pueden ser muy largos cuando llevas 170, mal hechos, en las piernas. La verdad es que, durante las horas anteriores me daba incluso igual llegar fuera de tiempo mientras llegase. Pero llegados a este punto quería llegar en tiempo.

En un par de subidas renqueé, pero no iba tan mal. Los coches me pasaban, no muchos pero sí los suficientes. La verdad es que me respetaron exquisitamente. Salvo un puñetero profesional del volante con coche blanco, que me dio y mantuvo las largas viniendo de frente. El único.

El foco delantero cumplió su función, estoy muy contento con él. Lo llevé de continuo a máxima potencia y conectado a un power bank externo, para prevenir que se descargase.

Al llegar a El Casar paré en la gasolinera a comprar agua (excusa), que me había quedado prácticamente a cero. Tenía un antojo terrible de un bollo de chocolate y me compré un cuerno y di cuenta de él.

Rodar y rodar. En Alalpardo tuve que parar para confirmar la dirección a seguir. La vez anterior esa parte la había rodado junto a Emilio, del GDC Pueblo Nuevo, y me había guiado, no fijándome mucho en los diferentes desvíos. Y en 2018, que me retiré, regresé a Algete directo. El tramo desde Fuente el Saz hasta Algete se me hizo especialmente largo, aunque no lo es mucho en distancia.

Finalmente llegué al polideportivo de Algete a las 21:05. Con veinticinco minutos de margen, sin tener en cuenta los quince minutos tarde que habíamos salido. Ya no quedaban coches en el parking, lo que me hizo suponer que había hecho un tiempo lamentable y había llegado el último: había tardado dos horas más que en 2017. Pero no me importó lo más mínimo. Había terminado "sin querer".

Terminado y con cara de bollo, puñeteras cintas del casco :-D
Varias cosas:

El intentar ir con el grupo en la primera parte me penalizó mucho posteriormente. Pero lo cierto es que, de no haber ido con ellos y no haber contado con su ayuda, seguramente habría hecho la del año 2018: llegar a X kilómetros y darme la vuelta. Ir con ellos hizo que llegase a Jadraque y que lo marcase como "punto de no retorno" en mi cerebro. Mis agradecimientos eternos a la paciencia de Agus, Antonio y Jaime. No habría terminado sin ellos.

Un factor determinante fue la ausencia total de viento. De haber tenido este handicap estoy seguro de que no habría terminado.

La música me ayudó mucho en las subidas y en los tramos malos. Si bien no la suelo llevar en las salidas de fin de semana, ya lo había probado en el 200 "negro" que hice en el 2017 yo solo y me había amenizado mucho. La llevo con el altavoz del móvil y es más que suficiente.

Había llevado la cámara de vídeo de acción y no tuve ni ganas de sacarla de la bolsa. Tampoco hice fotos. Ese es el motivo por el cual hay mucho texto y pocas imágenes.

Como conocía la ruta, sabía que el avituallamiento no es muy bueno en esa zona, especialmente en la zona de Humanes. Así que me llevé alimento de sobra para no tener que depender de factores externos. En la foto va con lo que salí.


De lo que se ve, me sobraron los dos sobres para la bebida isotónica (bebí un bidón de esta bebida y unos tres de agua), las dos barritas PowerBar y una SIS, un plátano, las galletas y de los tres sándwich, de pavo y queso, el último me lo comí al llegar al final. Además me comí un pincho de tortilla en Jadraque, y el cuerno de chocolate en El Casar. El resto lo comí sobre la bici. Antes de la subida al castillo de Jadraque me tomé un gel SIS y el segundo no recuerdo si en la subida pasada Miralrío o en Málaga del Fresno... el tercero me lo apreté en Viñuelas, creo.

Por comparar, los tiempos de paso por los controles en 2017 y en esta ocasión:

TIEMPOS
2017 2019
Salida 08:00 08:15
Jadraque 11:35 12:30
Brihuega 13:55 15:00
Humanes 15:37 16:45
Final 18:49 21:05

La velocidad media ha sido notablemente inferior, reduciéndose de los 21,6 Km/H a 17,9 Km/H.

También he hecho más paradas y, sin entrar a analizar al detalle, la sensación es de que han sido más largas.

Y dicho esto, el sábado que viene, día 9 de marzo, hay otra Brevet de 200 que lleva a Atienza y ya estoy inscrito... No aprendo.

La ruta en Strava: