Con todo el montaje de la bicicleta finalizado he salido a probar la bicicleta a la carretera. Como no era cuestión de quedarse tirado a dos horas andando de casa y tener que volver empujando la bici, en el peor de los casos, me he ido en un principio al velódromo a dar unas vueltas, con la bolsa debajo del sillín repleta de herramientas.
Después de ocho vueltas por el circuito y un par de ajustes en el desviador trasero, que no subía al piñón grande, he salido a calle a circular hasta un total de 18 Km.
En general la bicicleta ha funcionado bien. Las sensaciones sobre ella han sido de inseguridad, pero supongo que ha sido debido a dos motivos: primero a la posición sobre la bicicleta, diferente a la que se lleva sobre una de montaña (llevo más de 25 años sin subirme a una de carretera) y, segundo, por los pedales con rastrales. Me costaba mucho meter los pies en ellos y ya estoy acostumbrado a los automáticos.
Por otro lado me ha costado menos pedalear. Si bien no he cambiado al plato grande, por el problema comentado en la anterior entrada sobre el roce y la posible salida de cadena hasta que los cambie y porque tampoco he tenido necesidad, en los repechos que he subido me he encontrado más cómodo y subido más ligero que con la MTB. Hay que tener en cuenta que la bicicleta de carretera, aunque tiene 40 años, pesa menos que la de montaña.
He tenido que ajustar de nuevo la posición del freno delantero. Las dos zapatas no actuaban a la par sobre la rueda.
Al margen de esto, todo lo demás correcto, así que dentro de unas horas me iré a dar un paseo más largo con la bicicleta.
No he hecho fotos a la bici hoy y como no me gusta dejar las entradas con texto nada más, pongo una imagen de lo que he utilizado para recuperar fuerzas después del paseo ;-)
Recuperando fuerzas |
Espero que la próxima entrada sobre la restauración de la bici sea la última, para explicar el cambio de los platos y las bielas (que hará el mecánico de la tienda) y poner la tabla con lo que ha costado en euros dejarla para rodar con ella.